2/03/2013

SE CREE QUE LOS HIJOS DEBEN MORIR DESPUES DE LOS PADRES


Cuando creemos que nuestros hijos deben morir después que parten  sus padres, no estamos claro en la creación del poderoso ya que nadie puede definir cuanto tiempo va a durar viviendo, ni el momento preciso en que llegara su muerte, por tanto haremos una pequeña reseña sobre las situaciones que pasamos los padres  que hemos vivido en carne propia la muerte inesperada de un hijo, entendiendo lo que representa  el trance por el que pasamos en ese momento inesperado, donde   podemos perder la calma acompañada de una incredulidad infernal que se apodera de nuestras acciones, muchas veces con un espíritu de rebeldía frente a las cosas que no podemos comprender pero que pasan a cada momento y que solo le prestamos atención cuando nos tocan de manera directa, atormentando a todos los miembros de la familia. A partir del momento que ocurre el suceso se inicia una pesadilla colectiva, donde cada miembro de la familia  asimila está a su manera,  unos se preguntan por qué a nosotros?, fue que dios nos dejó solos?, es un castigo del señor?, hicimos algo malo?, quien tiene la culpa de que pasara?, porque nos pasó?, entre otras miles de pregunta que pasan por sus mentes, en mi caso desde el primer momento tuve el cuidado sin proponérmelo de nunca  preguntar  por qué a mí e incluso mantuve una calma que muchos no esperaban desde el primer instante, llegando a ocuparme de todos los arreglos necesarios para el funeral. Durante el velatorio después de un servicio religioso auspiciado por el padre Luis Rosario de la pastoral juvenil, pronuncie unas breves palabras donde exprese ante su cuerpo inerte que jamás le pediría al poderoso respuestas de porque a mí, ya que dentro del dolor que me embargaba veía la muerte como algo natural y le exhortaba a los que habían pasado por la experiencia, mantenerse tranquilos e incluso muchos se acercaron para felicitarme y darme algún aliento para aliviar el dolor internos que observaban en mí.

Al pasar el tiempo llego un momento en que dentro de las confusiones que se producen en nuestro estado de ánimo, no sabía qué hacer si pedir volver  a sonreír tratando superar el dolor, al mismo tiempo llegamos a dudar  pensando que estábamos traicionando la memoria del hijo, si sonreír o sentir felicidad dentro de cualquier reunión, pero llego un momento que dentro mi dolor he comprendido que cada recuerdo de sobre mi hijo retrata de cuerpo entero esos episodios que tocan nuestra sensibilidad produciendo mucha tristeza que ayuda al desarrollo interior con nostalgia, alegrías y palpitaciones en el corazón que me inducen a un estado de pena que ese trance escondiéndome  de los demás familiares, para no contagiarlos con mi estado en el momento que se desalojan lágrimas que brotan de mis ojos, atenuando mi  dolor, que al pasar me guía  a un estadio de tranquilidad espantso, sin poder entenderlo.

He podido ir superando la situación tratando de ayudar a otros padres que han pasado recientemente por situaciones similares a la nuestra, al perdiendo  un hijo en circunstancias parecida o de otra modalidad, pero no importa en la situación que se produzca el hecho, lo importante es la huella que deja  definitivamente en la familia lo que debemos intentar evitar es que sea lo menos traumática posible en el tiempo, por tanto tratamos  de transmitimos con la mayor claridad cómo deben enfrentar el dolor y el sufrimiento para no seguir culpando al mundo de esos sufrimientos que encierran pesar, aislamiento  y soledad que influyen en ti impidiendo acercarte a la fe del señor, entendiendo  que el sufrimiento solo podemos justificarlos si vemos algún sentido para ese sacrificio, si estamos buscando un nuevo sentido a la vida para transformarse en una persona más activa para salir del rol de victimas del duelo, donde nos enfrentamos a lo mejor y peor de si, para empezar a luchar por la positividad  perdida que nos proporciona la experiencia de vida permitiéndonos entender que la recuperación es difícil, si buscamos pensar, entender y comprender solo desde la mente, estos cuestionamientos  pueden materializarse  mediante razonamientos más profundos ubicados en el corazón para que este hable y genere respuestas sobre la vida y la muerte de nuestros hijos.

Es importante saber que llega un momento que los dolientes comprenden que cada minuto después de aislamiento es un minuto precioso e irrepetible que debe ser compartido con los demás y en ese preciso momento empezamos a dejar de  recordar la  perdida para  recordar la persona, ya no como presente si no como ausente evocándola con cariño y nostalgia sin que sus recuerdos sean un obstáculo para el crecimiento personal entendiendo que el dolor nos hace crecer y madurar haciéndonos mejores personas, haciendo que los recuerdos que siempre te acompañaran no te impidan disfrutar, sonreír y desarrollarte como ser humano para tener la oportunidad de ser sensible a la sonrisa de un niño, a la belleza de las montañas, a la nobleza de un atardecer, al milagro de la naturaleza y al dolor ajeno, descubriendo que cada segundo de la vida es irrepetible para compartirlo, amarlos, disfrutarlo, vivirlo, conversarlo y perdonar sin dejarlo para después por que estos son parte de ese torrente liquido en movimiento de vida que no podemos influir para cambiar su curso, ya que estaríamos negando la voluntad de Dios, aun que nuestro corazón estuviera roto por el dolor. Debemos ver esta  prueba no como un castigo de Dios, es precisamente todo lo contrario es una manifestación de amor, entendido con el tiempo y soportado por la fe, para poder entender el fenómeno de la muerte al permitirnos desterrar mitos y tabúes que no son otra cosa que el resultado vivido respeto de la realidad de la muerte.

Finalmente nos gustaría siempre estar en contacto con  padres, que como nosotros hayan pasado por la difícil situación de perder un hijo, para compartir experiencias que puedan ayudar a aminorar su carga de dolor y sufrimiento, para seguir viviendo y hacerle la vida posible a los demás.

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