Julio M. Rodriguez Grullón
Al contraer matrimonio con su tercera esposa, María Martinez Alba (la españolita) en septiembre de 1935, Trujillo era ya el hombre mas rico de la Republica Dominicana.
Fue su afán de obtener riquezas rapidamente por lo que ingresó al Constabulary en diciembre de 1918, pues con su perspicacia natural, apreció que como miembro de ese cuerpo armado, podía extorsionar y esquilmar a los civiles, lo cual hizo durante su estadía en el Seibo de 1919 al 21, al extremo que los dominicanos de esa región le temían mas que a cualquier bandido y el Mayor Pfeiffer lo trancó por tres días por extorsionar a un constructor de carretas..
En 1922, cuando fue comandante del Constabulary en San Fco de Macorís, fue sometido a una corte marcial acusado de desfalco hacia la institución, en la venta de alimentos para ca-ballos. Luego como jefe del ejército durante el gobierno de Horacio Vásquez de 1925 a 1930, hacía listas falsas de pago con soldados que no existían, cobrando el esos sueldos y exigía comisiones de los suplidores de ese cuerpo armado.
En abril de 1929, la comisión Dawes, que Horacio Vásquez trajo de Estados Unidos, para que investigara las finanzas de su gobierno y acallar los rumores de corrupción existentes, encontró que en el ejército se habían disipado mas de medio millón de dólares, sobre una base de computación arbitraria. La comisió0n recomendó a Horacio recortar los gastos militares, pero Trujillo lo convenció de que eso era contraproducente, con la candente situación política de esos días, creada por la prolongación.
Inmediatamente asaltó la presidencia de la Republica en 1930, estableció monopolios, comenzando por el de la sal, prohibiendo la extracción de sal marina y obligando a la población a ingerir sal de las minas de Barahona; copó el mundo de los seguros con la compañía San Rafael; desplazó como suplidor de carne a la competencia del matadero de Santo Domingo, arrebató tierras y formó un ganado envidiable en su Hacienda Fundación, que se expandió por miles de tareas y de la que San Cristóbal se convirtió en la proveedora de mano de obra barata.
En todas sus empresas pagaba sueldos de hambre; imitando a Horacio Vásquez se adueñaba del 10% del sueldo de los empleados públicos, supuestamente para el Partido Dominicano, pero nadie osaba pedir cuentas de cómo se gastaba ese dinero.
La ambiciosa María Martínez, rapidamente incursionó en monopolios, tomando el lavado de ropa de las fuerzas armadas y el pago por adelantado de los sueldos de la administración pública con un descuento. Como nadie estaba seguro en su cargo, los empleados vendían su sueldo, para tener su dinero ya cobrado, en caso de ser despedidos.
Para estos días (mediados de 1936), se calculaba a Trujillo un ingreso mínimo de 30 millones de dólares anuales, una suma impresionante para la época.
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