
Este momento de reflexion nos permite recrear la situacion que se presento en la antiguedad para la celebracion cristiana que se realiza en estos dias, cuando Cristro entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su na
ción, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey alfobrando el camino a su paso con sus ropas, palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

Esta misa es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida y que permanesca por siempre en nuestros corazones.
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