Por Juan Taveras Hernández
La condición de dirigente es resultado dialéctico de la experiencia, la capacidad de trabajo y la formación política. Un dirigente, por definición simple, dirige gente. Y para dirigir gente hay que tener las condiciones. De igual modo un líder es resultado de muchas cosas incluyendo las que le son inherentes a su condición humana. Los líderes suelen ser fuertes de carácter, inteligentes, de buena formación cultural, audaces, y de una fuerza interior inquebrantable. Los líderes no surgen de la nada, no se improvisan ni se decretan. Un líder se caracteriza por su responsabilidad, por su entereza, por su idoneidad y su capacidad de conducir a la gente en la búsqueda del poder. Usted puede ser un líder en el campo militar, empresarial o cualquier otra área. Eso no lo convierte necesariamente en un líder político.
Miguel Vargas llega a la política a través de los negocios. En el área financiera buscando los recursos económicos que necesitaba el PRD. No se ocupó de obtener una cultura política. No es que la necesita en esos momentos en que su vida estaba centrada en acumular la fortuna que hoy exhibe. Sus labores comerciales estaban primero que la política. Eso no tiene nada de malo. Ahora bien, el salto a la candidatura presidencial no fue cualitativo. El escalafón no fue debidamente cumplido. Se sobredimensionó en un momento de crisis política, de vacío social fruto de la muerte de Peña Gómez y la derrota electoral del 2004. Hipólito Mejía cometió el error a apoyar a Miguel Vargas contra doña Milagros Ortiz Bosch, una dirigente política con experiencia, capacidad y formación.
Ese breve marco teórico sirve para entender o explicar los graves errores que ha cometido Miguel Vargas desde la presidencia del PRD al extremo de sustituir la táctica por la estrategia. Aun la política sigue siendo una ciencia, aunque muchos la quieran tratar como un oficio que sirve para los negocios teniendo al Estado como base fundamental.
Miguel quiso cambiar la estructura del partido por la estructura de una empresa; quiso hacer del PRD su empresa, su negocio, como si fuera una constructora más; quiso, amparado en el poder económico, convertir a los perredeístas en empleados de esa nueva empresa, dando órdenes y excluyendo a quienes no cumplían con ellas. Buscó socios para su nueva empresa, no compañeros. El no se considera igual que los demás. El es el jefe, el líder. Los militantes no son compañeros, son empleados. Y como tal los ha tratado. Las reservas de las candidaturas en más de un 80 por ciento, las hizo en función de sus intereses particulares colocando a sus amigos y relacionados, maltratando y humillando a muchos dirigentes y militantes con más méritos y tiempo en el PRD que él mismo. Se unió al gobierno firmando un pacto clandestino con el presidente Leonel Fernández que castró al PRD en su rol opositor. Auspicio, junto con su socio Leonel Fernández, el transfuguismo y el oportunismo en condiciones desiguales para el PRD que perdió a muchos dirigentes valiosos. Ahora Miguel anda subido en primera clase en el tren de la campaña electoral congresual y municipal promoviéndose a sí mismo. La campaña electoral de los candidatos a senadores, diputados, alcaldes y regidores está supeditada a su campaña presidencial. Las aspiraciones de Miguel están por encima de las aspiraciones de miles de perredeístas. Gravísimo error.
El que siembra vientos cosecha tempestades, dice sabiamente el pueblo. Las bases del PRD le cobraran a Miguel Vargas todo el maltrato y todas las humillaciones que han sufrido en estos meses. Las bases del PRD se han dado cuenta que con Miguel Vargas el PRD no volverá al poder jamás. Las bases del PRD se han dado cuenta que han sido conducidas hacía un matadero electoral por Miguel Vargas. ¡Y eso no se lo perdonaran nunca! ¡El desplome de Miguel Vargas en el PRD es irreversible! ¡Los pies del “nuevo líder del PRD” eran de barro!
Santo Domingo, R.D., sábado, 17 de abril de 2010
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